INSTITUTO DE ESTÉTICA

Profesor David Almazán: “El arte de occidente no existe sin oriente”

El académico de la U. de Zaragoza, David Almazán, abordó los nexos entre ambas culturas y las diferencias en torno a la apreciación de la naturaleza y el tiempo. La conferencia fue realizada en el curso de Pensamiento Oriental dictado por la profesora Claudia Lira en conjunto con Japan Foundation y la Embajada de Japón, representada en esta conferencia por el Sr. Ko Takahashi.

El encuentro entre Japón y occidente inicia en el siglo XVI. Tras varios siglos de hermetismo por parte del país asiático, las relaciones comerciales y de diversa índole comenzaron a desarrollarse desde entonces. El tema fue abordado por el académico de la U. de Zaragoza, David Almazán, quien mencionó las razones de esta apertura y analizó cómo se ha enriquecido el arte occidental y oriental como consecuencia de interacciones e influencias.

“El arte de occidente no existe sin oriente”, afirmó. Comenzó refiriéndose a la religión nativa de Japón, el sintoísmo, y cómo su cosmovisión apela al valor de la naturaleza. Almazán mostró diversas imágenes que sugieren la impermanencia, tales como las de un templo que se destruye y se vuelve a construir. “No se da tanta importancia al edificio en sí. Lo importante para ellos es saber hacer el templo más que el templo en sí”, manifestó.
Parte crucial en el intercambio de ambas culturas años más tarde, señaló, fue la presencia de jesuitas en el país asiático. Asimismo, expresó, “en Japón hay una gran tolerancia religiosa. El sintoísmo no tuvo que desparecer cuando llegó el budismo, es más tuvo protección de la propia familia imperial”.

El historiador del arte analizó la pintura Heian (periodo del 794 a 1185), donde se percibía una fusión entre el sintoísmo y el budismo, donde se mostraba el amor por la naturaleza. “El lujo en Japón es estar en contacto con la naturaleza”, enfatizó. Por otro lado, el académico explicó que en el arte occidental la naturaleza no es tan importante. “Los materiales en occidente deben ser para la eternidad: las pirámides, la piedra”, en contraposición con su ejemplo del templo. Con el avance de los siglos las temáticas sobre la naturaleza en el arte japonés continuaron proliferando. En el XV, Sesshu fue el máximo exponente del paisaje en la pintura. En ese entonces se concibe el arte del budismo zen a través de imágenes metafísicas que quieren explicar cómo es el mundo con elementos humanos integrados, pero sin necesaria preponderancia de ellos.

En ese entonces, continuó, el Mono no aware (la “gentil tristeza de las cosas”) tenía amplia presencia en la estética de las obras. Por otro lado, el arte Namban, propio de los siglos XVI y XVII era considerado “para los barbaros”. Una de las primeras obras registradas donde se percibe la interacción iniciada entre oriente y occidente, relató, corresponde a un retrato de un monje llamado Francisco Javier en Japón el año 1549. “Los jesuitas fueron clave en este primer encuentro cultural entre los ibéricos y Japón” y agregó que los orientales “se especializaron en mostrar a los europeos que llegaban. Hacen una enciclopedia visual de su llegada”.

Contacto entre oriente y occidente

En edad moderna y sobre todo en el Barroco, profundizó Almazán, existía interés artístico en las denominadas chinoiseries. “China era más importante que Japón porque ahí no se podía llegar. Solo los holandeses tenían base comercial en Nagasaki. En cambio, ya había artículos de lujo chinos en los palacios”. Japon permaneció en política de aislamiento más de 250 años, ya que fue gobernado por la familia militar Tokugawa, que no permitió relaciones comerciales, aseguró Almazán. Si bien, con la evangelización comenzaron algunas interacciones, fue a mitad del siglo XIX que EEUU obliga a Japón a cambiar por completo la nación. “Japón consigue convertirse en potencia occidentalizándose a través de la educación y hasta en la forma de vestir”.
Con esto, a fines de 1800 los museos europeos comienzan a llenarse de arte japonés. “La ópera Madame Butterfly fue el símbolo del japonismo burgués”, ejemplificó. En ese contexto, comenzaron a comercializarse estampas de arte japonés relativas al “mundo flotante o mundo del ocio y las diversiones. Utamaro, Hokusai, Hiroshige, estampas baratas que terminaron siendo sinónimo de arte japonés. Se refleja al Japón exótico de los samurái, de Madame Butterfly”.
En esos términos, explicó, se considera que el “verdadero arte” japonés era el de la época cerrada de los militares. Sin embargo, el arte del mundo flotante llegó a ser mucho más expansivo. “Las estampas fueron el objeto de arte que más cambió el arte occidental”, sentenció el investigador, quien dictó esta concurrida conferencia en el marco del curso Pensamiento Oriental, a cargo de nuestra académica, Claudia Lira.

 

* En abril de 2020 comenzaremos a dictar el Diplomado en Pensamientos y Culturas Asiáticas. Las postulaciones están abiertas, sólo debes escribir a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Sobre el expositor y sus líneas de investigación

David Almazán Tomás (Zaragoza, 1971) se formó como historiador del arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza y es también licenciado en Antropología Social y Cultural en la UNED. Desde 1998 ha impartido docencia en el Departamento de Historia del Arte de la U. de Zaragoza y actualmente es el coordinador de la titulación Grado en Historia del Arte, donde da clases de Arte de Asia Oriental y Arte de África. En la misma universidad también es profesor en el Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte y en el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses de la Universidad de Zaragoza.
Almazán ha participado en múltiples congresos internacionales y ha redactado numerosos catálogos de exposiciones para museos y fundaciones en diversos países, incluida la Galería Oel Museo de Arte Contemporáneo de Chile.
Ha publicado numerosos artículos sobre temas relacionados con Japón y el Japonismo, en especial en el ámbito de la pintura, la ilustración gráfica, el teatro, la literatura y el cine.

Entre sus publicaciones destacadas se encuentran los libros:
 
- Japón: arte, cultura y agua (2004)
- Estampas japonesas (2007)
- La Mujer Japonesa: realidad y mito (2008)
- Yoshitoshi: Cien aspectos de la luna (2015) 
- Hokusai: Cien vistas del monte Fuji (2016) 

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